ENTREMESES DE CERVANTES

LA TROUPE

19 de junio de 2021 · 18:30 horas

Contemplen vuesas mercedes

un relato de otro tiempo;

cosas hoy más que imposibles

que ayer norma y seña fueron.

¿Quién vio hoy cuitas de casados?

¿Quién, amor de baratillo?

¿Quién fingió ver lo invisible

pero acabó convencido?

Periclitado está el mundo,

un retablo de retablos,

ventanas en el océano

de un tiempo que se ha parado.

Ya el conflicto se acabó

todos somos casi santos.

Lo igual nos causa deleite

lo diferente… ¡espanto!

Mas, amigos, no se engañen,

hagan caso a nuestro manco

que desde su siglo llega

avanzando a grandes trancos.

Y canten nuestro estribillo:

Ver de espacio lo que pasa a prisa.

La TroUPe y la comedia

Siguiendo con la línea artística de la compañía, que desde hace cinco años viene representando cada año un nuevo espectáculo de autores hispanohablantes, y ahondando en el trabajo sobre la comedia, iniciado en 2020 con el espectáculo ‘Pasos’ de Lope de Rueda, en esta ocasión damos un paso más allá y ponemos en escena estas piezas cervantinas, epítome del teatro cómico breve de arquetipos. Originado en el renacimiento sobre las ascuas de la tradición clásica y los posteriores remedos medievales, y pulimentado progresivamente hasta llegar a los conocidos entremeses de Cervantes, el sainete decimonónico, y más aun, hasta la más pintada comedia televisiva actual, este formato nos acompaña como acervo patrio imbricado en nuestro ADN cultural. Queremos ofrecer así al público riojano una continuación coherente en el viaje por nuestra tradición cómica, por boca del que fue, si bien algo menor en cuanto a la prolijidad y el éxito de su obra dramática en comparación con Lope o Calderón, sin duda máximo exponente de nuestras letras hispanas, y amante singular del arte escénico.

Cervantes y la comedia

Cuenta Cervantes en su prólogo a ‘Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados’, que el veneno del teatro se lo inoculó Lope de Rueda, cuando, siendo muchacho y cogido de la mano de su padre, le vio representarlos en un escenario conformado por ‘cuatro bancos en cuadro y cuatro o seis tablas encima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos’; a lo que se añadía ‘una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos, cantando sin guitarra algún romance antiguo.’ Mucho cambió después el teatro, que se colmó de tramoya, sin embargo, él siguió de algún modo ligado en espíritu a esa comedia esencial. Tras ver representadas sus primeras obras, Cervantes cayó en el ostracismo teatral del que no llegó a salir salvo para dar a un editor, próxima ya su muerte, estas ocho comedias y ocho entremeses que, libres de las ataduras del gusto de la época -ya muy transformado por la llegada del monstruoso Lope- se aventuran en terrenos formales y temáticos de una audacia acorde con la sabiduría de quien ha vivido mucho, visto mucho y escrito mucho. A tal punto llega la finura de su radiografía que es difícil entender nuestra sociedad hispana sin ver en ella destellos de El retablo de las maravillas, El juez de los divorcios o La guardia cuidadosa, por citar las tres piezas que hemos seleccionado para el montaje que van a contemplar y, si su indulgencia, la memoria de los actores y el ojo del director se alinean frente al escenario, también gozar. Por si acaso, damos gracias a que, siglos mediante, se haya prohibido en los teatros la venta de hortalizas.

Entremeses

El juez de los divorcios

La guardia cuidadosa

El retablo de las maravillas